Categoría Diu00e1logo y comunicaciu00f3n

Cada familia es distinta, cada una tiene unas características diferentes. Unas son grandes y otras chicas, unas divertidas y otras más serias, pero hay algo que todas tienen en común: el amor. La familia es el primer núcleo social que conocemos, en el que aprendemos a querer con el corazón. La familia también nos acepta y nos ama pase lo que pase, por ello, no está de más agradecer todo lo que en familia hacemos los unos por los otros.

Cuando los padres hablamos de & 39;asuntos de mayores& 39; en casa, solemos ser discretos en las conversaciones, para evitar que nuestros hijos escuchen algo que no sea conveniente para su edad o algo que puedan malinterpretar, pero en las reuniones familiares o sociales, llevados por el entusiasmo del momento, nos descuidamos un poco más y no nos damos cuenta de que los niños lo oyen todo.

¿Te has planteado alguna vez qué información estás trasmitiendo a tus hijos y cómo lo estamos haciendo para evitar futuras secuelas psicológicas que más tarde tengamos que lamentar? Queremos que nuestros hijos sean felices, pero ¿cómo influye lo que comunicamos en todo este proceso y en nuestro objetivo?

¿Alguna vez te has parado a pensar cómo soléis hablaros en casa? ¿Soléis utilizar los gritos o mantenéis un tono de voz bajo? El pedagogo Mario Pinel lo tiene claro: hablar en voz baja a los niños es un hábito clave que nos ayuda a educar a los niños desde la tranquilidad sin perder los nervios, huyendo en todo momento de la crispación.

Dijo el filósofo George Santayana que la familia es una de las obras maestras de la naturaleza. Y es cierto que la familia, en todas sus formas (también podemos considerar familia a nuestros amigos o a nuestros compañeros), y el vínculo que se construye con ella día tras día es muy importante para los niños.

Si sois de de las familias que tenéis la suerte de compartir la hora de la comida y de la cena todos juntos, ¡sigue haciéndolo! Pero no solo eso, aprovecha este momento para mejorar la comunicación con tus hijos y estrechar lazos. Te contamos de qué hablar con los niños a la hora de la comida, según su edad.

La Inteligencia Emocional es una herramienta muy valiosa y muy útil para estos tiempos de cuarentena por coronavirus que corren en todo el mundo. Un buen autoconocimiento y un adecuado y óptimo manejo de las emociones nos puede ayudar sobremanera en estos días en los que ya en muchos países se está obligando al confinamiento en los hogares.

El coronavirus nos ha puesto de frente al miedo. Quedarnos en casa, confinados para evitar la propagación del virus, es un sacrificio complicado, sobre todo para las familias con hijos pequeños. Sin embargo, la situación de cuarentena también nos trae algunos aprendizajes familiares interesantes sobre los que tenemos que reflexionar y aprender.

& 39;Mamá, ¿qué es el coronavirus?& 39;. Con esta pregunta me recibió hace un par de días mi hija mayor (8 años) cuando fui a buscarla a clase de música. Me quedé sorprendida porque nunca me suele hablar de temas de actualidad y que quedé intrigada, además, por descubrir cómo había podido oír hablar de esta enfermedad.

El estrés del día a día, el cansancio por los madrugones, nuestra propia autoexigencia... Y de repente, tu hijo se pone a llorar desconsoladamente, no te hace caso en una de las cosas que le has pedido, no se quiere comer la cena... Y acabas gritándole. A veces, a los padres se nos escapa algún chillido (y no por eso somos peores padres).

¿Es adecuado espiar el móvil de nuestro hijo para protegerle de los peligros que puede encontrar en Internet y las redes sociales? La respuesta de muchos padres es un rotundo sí, ya que encuentran justificado esta invasión de la intimidad de los niños con tal de salvaguardarles de los riesgos online.

Cada niño tiene deseos y capacidades de comunicación diferentes, aunque tengan la misma edad pueden presentar un desarrollo normal del lenguaje. ¿Sabes lo que necesitas saber para mantener una conversación con tu hijo? Conocer en profundidad el estilo comunicativo de cada niño es clave para establecer una fluida interacción que permita que el lenguaje emerja y aumente cada día más.