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En la actualidad, existen diferencias sobre la edad en la que se recomienda introducir la leche de vaca en la dieta de los lactantes en los países desarrollados. En la mayoría de ellos, se recomienda esperar hasta los 12 meses de edad, pero algunos, como Canadá, Suecia o Dinamarca, proponen su introducción a los 9 o 10 meses de edad.
Para un lactante alimentado con leche materna, es evidente que no es necesaria la leche de vaca mientras se mantenga un aporte adecuado de leche materna y, según la OMS, esta debería mantenerse, al menos, hasta los 2 años de edad. Sin embargo, combinar leche de vaca y lactancia materna, cuando el aporte de leche materna no es suficiente, también es posible.
Cuando el bebe se alimenta con leche de fórmula, es cuando se puede plantear una edad de introducción de leche de vaca, es decir, cambiar la formula por leche de vaca como el principal aporte lácteo.
La leche de fórmula intenta, en la medida de sus posibilidades, asemejarse lo más posible a la leche materna, ya que es la leche más apropiada y recomendable para alimentar a un lactante, sin embargo, la leche materna, al igual que la leche de vaca, a partir de, aproximadamente, los 6 meses, no proporciona cantidades suficientes de hierro al lactante, siendo necesario aportar este mineral mediante la alimentación complementaria. Las fórmulas, al ser fortificadas y elaboradas 'a la carta', contienen cantidades superiores de hierro.
De este modo, la principal razón para retrasar el cambio de la leche de fórmula por la leche de vaca es la prevención de posibles deficiencias en hierro, ya que la leche de vaca es una fuente muy pobre de este mineral. Se han observado, de hecho, deficiencias en hierro en lactante en los que la leche de vaca era el único aporte lácteo y su principal alimento, sobre todo cuando el cambio se ha hecho a edades muy tempranas, alrededor de los 6 meses. Las reservas de hierro del lactante provienen de lo acumulado durante el embarazo y se ven favorecidas por un pinzamiento tardío del cordón, asegurando el hierro necesario hasta los 6-12 meses, dependiendo de cada caso individual.
Además, la leche de vaca posee un contenido muy bajo de ácido linoleico, aunque la relación ácido linoleico/ácido alfa linoleico es más favorable que en la leche de formula. La relación ácido linoleico/ácido alfa linoleico parece ser la razón por la que los niños que beben leche de vaca tienen unos niveles de ácido docosahexanoico (DHA) más favorables que aquellos que toman leche de fórmula, aunque, de nuevo, al ser elaboradas 'a la carta', pueden estar suplementadas con DHA (omega3).
Resumiendo, la leche de vaca es pobre en hierro, y la leche de fórmula, salvo fortificaciones específicas, pobre en ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga. En lactantes amamantados, la leche de vaca no es necesaria, y, si bien puede ofrecerse al lactante, no presenta ningún beneficio con respecto a la leche materna. Si el lactante se alimenta con leche de fórmula, la introducción de la leche entera de vaca puede hacerse en algún momento entre los 12 y los 18 meses, no antes de que el lactante consuma de una dieta rica en hierro, o lo que es lo mismo, nunca antes de introducir la carne roja.
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