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La ansiedad y el estrés es el mal de nuestro tiempo y no solo los niños los sufren, los adultos tampoco estamos exentos de pasar por momentos así. Si notas que tus hijos están estresados y siente ansiedad , ¡es que algo falla! Es el momento de actuar, pero muchas veces no sabemos cómo hacerlo. Aplicar técnicas de mindfulness en casa puede ayudarnos a educar a niños felices y, sobre todo, a controlar estas situaciones de ansiedad y estrés.
La ansiedad es una emoción normal en el ser humano. Nos acompaña de principio a fin. Cuando la ansiedad es muy elevada y causa sufrimiento a la persona, en este caso a los niños, la consecuencia más nociva a corto y largo plazo es precisamente esa, el inmenso sufrimiento que genera, que acaba haciendo sentir a la persona intensamente infeliz y termina muchas veces mermando la autoestima y las ganas de afrontar la vida con confianza y pasión.
Los niños y niñas de hoy en día están sobre presionados y exigidos desde edades muy tempranas. ¿A qué se debe?
- El horario escolar, ya intenso, se completa con múltiples actividades extraescolares.
- Los padres y madres proyectamos muchas veces nuestros deseos y expectativas en los niños generando sin ser conscientes de ello una exigencia que en ocasiones solo ocasiona frustración.
- Además los niños y niñas de hoy en día reciben una 'sobredosis' de estimulación, gran parte de ella a través de la tecnología, que les lleva a estar en un estado de semi alerta y sin descanso para su sistema nervioso.
La ansiedad y el estrés de los padres no es que sea contagioso en sí mismo, pero sin duda los padres y madres transmitimos una forma de afrontar la vida a nuestros hijos. En la rutina diaria los niños nos ven 'funcionar' y aprenden de nosotros un modelo de afrontamiento. Si este tiene un carácter ansioso, los niños están expuestos a ello.
Algo que nos puede alertar de que el niño está pasando por una situación de estrés o ansiedad es que aparecen muchas conductas que podríamos llamar compulsivas. Con las compras, con el móvil, con la comida... Un 'querer más', 'lo siguiente, sin descanso'. Sí que es cierto que, depende de la edad de los niños podríamos ver conductas distintas, pero esta pauta se repite con independencia de la misma.
Hay niños que pueden manifestar sintomatología física (dolores de tripa, malestares de cabeza, sarpullidos en la piel) o a través de la conducta (se mueven más o duermen peor). Si son más mayores, pueden llegar incluso a verbalizarlo.
Los padres tenemos que enseñar a los niños a parar, a tomar conciencia, a ser reflexivos, a pensar..... Es muy importante educar con inteligencia emocional para que los niños tomen contacto con lo que sienten y con lo que piensan, para gestionar sus emociones y, en definitiva, su vida de la mejor forma, porque esto revierte en un sentimiento subjetivo de mayor felicidad.
No podemos meter a nuestros hijos en una burbuja, porque las situaciones estresantes y las dificultades forman parte del camino vital, pero sí podemos invertir en que puedan gestionar la vida con las mejores herramientas que les hagan seres humanos capaces y felices.
Sin duda mindfulness es una herramienta extraordinaria que podemos los adultos integrarla en nuestro día a día por el bien de nuestros pequeños. Y es que, padres conscientes son capaces de educar a hijos más felices, como reza el título del libro que J.Kabat Zhin escribe con su esposa. Mindfulness en lo cotidiano se convierte en una actitud vital, en una forma de vivir. Los padres primero han de integrarlo en su vida para luego educar 'desde ese lugar'. ¿Cómo?
- Que cada uno pueda hablar libremente de lo que siente sin juzgar ni censurar.
- Promocionar y facilitar la conexión con las emociones, enseñando a nombrarlas y sentirlas.
- Buscar espacios para hablar de cada uno.
- Compartir un rato de silencio.
- Realizar ejercicios de respiración como un juego. Por ejemplo, se pueden poner su peluche favorito sobre la tripa e ir jugando a que el muñeco se desplace de arriba a abajo con el movimiento del abdomen.
De esta manera, se abrirían espacios de compartir, momentos de reflexión y porque no, de silencio o meditación (adaptado, claro está, a las edades de los niños). Lo ideal sería convertirlo en algo natural, insertarlo en la rutina como algo más.
Texto: Mayte Helguera, psicóloga y experta en mindfulness.
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