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Traer a este mundo a un bebé es una decisión importante en la vida de una mujer. Hay que evaluar la situación con la pareja, el momento emocional que se está viviendo y, también, el estado de salud de la futura mamá. Si estás pensando en quedarte embarazada y tienes esclerosis múltiple, ¡estos consejos sobre cómo llevar la gestación, el posparto y la lactancia materna te pueden ayudar!
Antes de nada, sería importante explicar qué es la esclerosis múltiple. Se trata de una enfermedad que se produce por la pérdida de la mielina, que es una sustancia que rodea los nervios y que está asociada a un proceso inflamatorio. Afecta sobre todo a adultos jóvenes y, en estados avanzados, acaba generando la muerte neuronal que se traduce en problemas sensitivos, motores…
Las manifestaciones de esta enfermedad son distintas según la parte del cerebro que esté afectada. Durante mucho tiempo se ha considerado que la autoinmunidad es el origen de esta enfermedad, pero se van hallando cada vez más evidencia de un origen extra neuronal en la producción de anticuerpos.
Este origen tiene mucho que ver con la salud intestinal y la microbiota, como ocurre con el resto de las enfermedades autoinmunes. También se están estudiando otros factores que influyen en la evolución de la enfermedad, como los niveles de vitamina D (al estudiar la prevalencia de la enfermedad comprobamos que se da menos en países con más cantidad de horas de exposición solar).
Ambos factores resultan importantes desde el punto de vista de la epigenética, que consiste en la capacidad que tienen factores ambientales o emocionales (dieta, ejercicio, suplementación, tóxicos) en 'encender' o 'apagar' diversos genes que pueden mejorar o empeorar el desarrollo de esta y cualquier otra enfermedad…
Este aspecto resulta de gran importancia en cualquier consulta médica, ya que cobra mucha más importancia el consejo profesional acerca de estos factores modificables de estilo de vida. La esclerosis múltiple, por tanto, está relacionado con el eje intestino-cerebro y también están comenzando a surgir estudios que la podrían vincular con la sensibilidad al gluten no celiaca.
Es importante saber que el embarazo no está desaconsejado en una mujer con esclerosis múltiple. Tampoco se ha demostrado que esta enfermedad reduzca la fertilidad ni aumente el riesgo de aborto o cualquier déficit del bebé en el nacimiento (bajo peso, malformaciones...); y, al revés, el embarazo tampoco afecta de manera negativa al desarrollo de la enfermedad ni supone un riesgo para la embarazada. Es más, como diremos más adelante, suele resultar beneficioso para la gestante. Tampoco es una enfermedad hereditaria, por lo que el niño no tiene por qué heredarla.
Eso sí, hay que tener una serie de precauciones que deberíamos adoptar cualquiera, pero en el caso de estas pacientes con mayor insistencia. Así, en los casos que se requiera, sería aconsejable modificar los hábitos de vida en cuanto a la nutrición o el ejercicio físico o los tóxicos (incluyendo exposición a radiaciones). De esta manera podremos mejorar la salud intestinal, que comienza con el cuidado de la microbiota, muy influenciada por nuestra dieta, los fármacos que tomamos y el grado de estrés al que estamos sometidos (por los factores epigenéticos que se comentaban anteriormente).
Como el resto de las enfermedades autoinmunes, durante el embarazo las mujeres presentan un tiempo de estabilidad de la enfermedad. Es decir, mejoran, tienen menos brotes y es, casi seguro, que tengan que reducir la medicación o incluso en ocasiones tengan que dejar de tomarla. Este es el tema más difícil de manejar, ya que siempre hay que seguir las indicaciones del especialista.
Antes de tomar la decisión de quedarse embarazada conviene valorar factores que pueden surgir en el posparto, ya que en este período sí se puede tener una mayor incidencia de un brote (como en cualquier enfermedad autoinmune), incluso si se ha retomado la medicación.
La pareja tiene que contemplar las circunstancias de apoyo logístico en esta etapa, porque es posible que la madre necesite más ayuda. En cuanto a la lactancia hay que hablar con el especialista y comprobar que la medicación que se toma pasa o no la barrera placentaria (no todas lo hacen). Pero en general, no se aconseja la lactancia.
La alimentación también es un tema importante. Habría que evitar las grasas saturadas, la proteína animal y fomentar el consumo de omega 3. En el tema de los lácteos, se puede optar por fuentes alternativas de calcio a la leche de vaca (que si se toma debería ser desnatada para evitar las grasas saturadas que afectan de forma negativa al desarrollo de la enfermedad).
Dichas fuentes alimentarias de calcio alternativas a los lácteos podrían ser, por ejemplo, semillas de sésamo, almendras, pescados pequeños con espinas como boquerón o sardina (que, además, son ricos en ácidos grasos omega 3), brócoli, espinacas crudas o algas (ojo, en este caso si se tiene algún problema con la función tiroidea, consultar con un especialista).
Podríamos, según qué casos, valorar la retirada de gluten en la alimentación, sin llegar a comportarse como un celiaco, pero si seguir una dieta baja en estos tipos de cereales, porque las últimas investigaciones sobre la esclerosis múltiple apuntan a que se podría relacionar con la sensibilidad al gluten no celiaca. Se recomienda consumir abundantes frutas, vegetales, legumbres y semillas.
También es muy importante seguir una suplementación con omega 3 si no se pudiera ingerir mediante la alimentación, por ejemplo, si se sigue una dieta vegetariana, o se tiene cualquier problema con el pescado, se puede ingerir en forma de semillas de lino.
En el caso de que la embarazada tuviera que seguir un tratamiento antibiótico, es importante repoblar la flora con probióticos (siempre según la recomendación de algún experto). Algunos prebióticos (es el 'alimento' de los probióticos) presentes en la comida, como el almidón tipo 3 (en legumbres y patatas), son muy interesantes. Para tomarlos es clave cocerlos y luego enfriarlos en la nevera durante 24 horas. Después habría que tomarlos sin recalentar o ligeramente templados para que no pierdan sus propiedades.
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