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A la hora de escoger la alimentación más adecuada para nuestros pequeños, es conveniente conocer las diferentes necesidades nutricionales dependiendo de la etapa de crecimiento en la que se encuentre el pequeño. ¿Cómo debe ser la alimentación del niño preescolar? ¡Te lo contamos!
Los niños en edad preescolar, entre los 3 y los 5-6 años, se caracterizan generalmente por ser individuos muy activos, tanto física como intelectualmente, ya que disponen de muchos más recursos para el movimiento que cuando eran bebés, pero también se encuentran en una etapa de gran absorción de conocimientos, en la que el avance en su capacidad de comunicación es clave.
Por otra parte, durante estos años, los niños pasan por una etapa en la que su interés por los nuevos alimentos se ve mermado, aumentando el rechazo a incorporar estos alimentos a su dieta e, incluso, pudiendo rechazar algunos que ya estaban previamente establecidos.
Si bien este rechazo a la comida suele ser una causa de estrés en los padres, en condiciones normales en las que el niño está sano y se le ofrece una dieta equilibrada, la etapa suele pasar sin tener ninguna consecuencia ni en su salud ni en su crecimiento, puesto que no es un problema de falta de apetito, sino una pieza clave en los entresijos de su proceso natural de maduración.
Es conveniente continuar con las comidas habituales sin demasiada variación, incluyendo tanto alimentos nuevos como otros ya conocidos en los platos del pequeño de manera diaria, permitiéndole familiarizarse con cualquiera de las nuevas opciones sin forzar y, por supuesto, respetando sus propias señales de saciedad.
Además, a esta edad, el niño debe tener suficiente autonomía como para comer solo, manejando los cubiertos con destreza, ya que su desarrollo psicomotor así lo permite. Sin embargo, lo más importante es que la comida sea un momento familiar en el que los padres puedan dar ejemplo y permitir a sus hijos observar e imitar tanto sus movimientos de masticación como la utilización de los cubiertos, sin olvidar de que el ejemplo de los padres es clave para la aceptación de nuevos alimentos.
Deberían establecerse una media de 5 ó 6 comidas al día, dependiendo de los horarios y la edad del pequeño y acompañarlas de agua como bebida única y principal. En general, estas comidas deben espaciarse unas 3 horas, haciendo especial hincapié en dos comidas más calóricas, la comida y la cena, pero sin saltarse ninguna.
Los niños de esta edad necesitan entre 1250 y 1500 kcal diarias, dependiendo de su edad y el tipo de actividad física que realicen. Esta cifra es muy general, ya que las necesidades basales de cada niño deberían calcularse de manera individual, teniendo en cuenta no solo su edad y género, sino también su peso y talla. A estas necesidades basales se suele añadir unas 200-400 kcal, dependiendo de la intensidad de la actividad física que el niño realice en su vida diaria.
La distribución de macronutrientes en la dieta del niño en edad preescolar no suele diferir demasiado de la de los niños más mayores, con un 55-60% de la energía procedente de carbohidratos sin superar el 10% de energía de azúcares sencillos, un 25-30% de energía a partir de grasa, asegurándose que la gran mayoría sean grasas mono y poli insaturadas (no superar el 10% de grasas saturadas) y un aporte proteico de entre el 15 y el 20% del aporte energético total.
El desayuno es imprescindible, y deben evitarse tanto las galletas como los cereales azucarados, así como el tradicional cacao soluble. Estos alimentos contienen cantidades excesivas de azúcares sencillos y deben sustituirse por otras versiones más naturales. El cacao soluble puro es una buena opción, así como la avena o los cereales integrales, y por supuesto el pan tostado.
Los lácteos son primordiales y deben tomarse al menos dos raciones diarias. Debido a su aporte de micronutrientes necesarios para el crecimiento, es imprescindible que incluyamos los lácteos (u otros alimentos ricos en calcio y vitamina D) en la dieta del niño. Leche, queso y yogures pueden ofrecerse tanto en el desayuno como en el almuerzo o la merienda, acompañados de fruta o frutos secos para complementar el aporte de nutrientes.
La comida y la cena no tienen que consistir en tres platos, sino más bien en porciones variadas de diferentes alimentos para conseguir aportar la variedad nutritiva necesaria. Además, deben escogerse alimentos con alta densidad de nutrientes ya que a estas edades todavía los niños comen pequeñas cantidades, y así aseguramos que el aporte de micronutrientes no se ve comprometido. Las legumbres, los frutos secos, las carnes y pescados o el huevo, por ejemplo, son alimentos con alta densidad nutritiva.
Para asegurar un consumo de fruta aceptable, es mejor ofrecerla entre las comidas principales y no como postre, y preferiblemente en porciones enteras en lugar de exprimida.
Y ahora viene lo más difícil. Teniendo en cuenta todo lo que te hemos dicho, ¿qué pongo sobre la mesa cada día? ¿Qué le preparo al niño? Sin entrar en cantidades, aquí te hemos diseñado unas ideas de 'menús orientativos'.
Desayuno | Media mañana | Comida | Merienda | Cena |
Vaso de leche Tostada de pan con, mantequilla tomate o miel | Pieza de fruta | Lentejas estofadas con arroz Fruta | Batido casero de frutas sin azúcar | Crema de calabaza casera Croquetas caseras Un vaso de leche |
Vaso de leche Porción de bizcocho casero | Pan con hummus casero | Espaguetis con tomate y carne picada Fruta | Fruta fresca de temporada | Judías verdes con patatas cocidas Tortilla francesa Vaso de leche |
Un yogur con cereales sin azúcar Pieza de fruta | Queso fresco con nueces | Puré de verduras Albóndigas caseras Fruta | Jamón o jamón serrano con pan integral | Caldo de sopa Lenguado a la plancha Un vaso de leche |
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