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Nacemos sabiendo respirar, por ello es algo en lo que no pensamos y damos por hecho. Sin embargo, enseñar a los niños a respirar de una forma consciente y controlada les ayudará a autocontrolarse y gestionar emociones como la ira o los enfados y, por tanto, evitar las temidas rabietas. Sin embargo, como te contamos un poco más abajo, una buena técnica de respiración también es clave para trabajar otras emociones como la calma o la alegría.
¿Cómo podemos enseñar a los niños esta técnica? Para explicársela es fundamental hacer primero una introducción. Después, enseñar los pasos y practicarlos. Y por último, acabar explicándoles la importancia de esta técnica y reflexionando en qué situaciones cree él/ella que podría utilizarla. El procedimiento de la técnica será para todos igual, pero la explicación debemos adaptarla a la edad y la capacidad de comprensión de cada niño.
Introducción: Les explicaremos que nuestra barriga es como un globo que se infla y se desinfla. Cuando metemos aire por nuestra nariz, nuestra barriga se infla como un globo y cuando soltamos ese aire por la boca, podemos ver, que nuestra barriga se desinfla.
Hacemos uno o dos ciclos para que puedan ver este movimiento. Cuando hayan comprendido esto, les pedimos que pongan sus dos manos sobre la barriga para que puedan notar ese movimiento y les explicamos los pasos:
1. Primero, cogemos aire por la nariz, como si oliésemos nuestra comida u olor favorito (por ejemplo, el olor a pan recién hecho).
2. Después, mantenemos un momento el aire sin soltarlo.
3. Por último, empezamos a soltar el aire, poco a poco, por la boca hasta que no nos queda aire y la barriga se ha desinflado completamente. Repetimos estos pasos varias veces para que puedan practicarlo.
A los niños que son más mayores (7 u 8 años), podemos dar alguna explicación más completa y pedirle que al mismo tiempo que cogen aire por la nariz, cuenten mentalmente hasta tres (1-2-3). A continuación, les explicamos que mantengan un poquito el aire y lo suelten por la boca en cuatro tiempos (1-2-3-4).
Otra variante que se puede hacer con los niños y que les ayuda a comprenderlo mejor, es practicar todos estos pasos tumbados y poniendo un peluche sobre su barriga. De modo que, cuando hacen las respiraciones, pueden ver cómo el peluche sube o baja al igual que su barriga y perciben mejor el cambio.
[Leer +: Poesía sobre el enfado]
No solo es importante explicar a los niños los pasos de cómo tienen que respirar; también es necesario explicarles la importancia de esta técnica. Si el niño no entiende por qué es importante o en qué situaciones tenemos que ponerla en marcha, no la utilizarán y por tanto, no tiene sentido explicarles el procedimiento.
Por ello, debemos ponerles ejemplos a través de cuentos o dibujos animados donde se cuentan historias sobre gestión del enfado y si es posible, poner algún ejemplo que a ellos o ellas les haya ocurrido, es decir, recordarles algún momento en el que se enfadaran mucho o se pusieran muy nerviosos.
Por ejemplo, 'Lucas, ¿te acuerdas la semana pasada cuando te enfadaste mucho con Carlos porque no quería jugar contigo y estuviste muy rabioso en el bar? ¿Qué habría pasado si hubieras puesto en marcha estos pasos mágicos que hemos aprendido?'. Si ha comprendido bien toda nuestra explicación, la respuesta ante esta rabieta debería ser: 'Me habría calmado', 'Mi enfado habría desaparecido' o alguna contestación similar.
Muchas veces, cuando nos enfadamos, generamos tal tensión que posteriormente, experimentamos dolores de cabeza, cansancio o dolores musculares. Por eso, aprender técnicas nos ayudan a relajarnos y disminuir esta tensión, evitará consecuencias de este tipo.
Si enseñamos a los niños desde que son pequeños a practicar estos pasos, la adoptarán como un recurso dentro de su repertorio de estrategias para hacer frente a los enfados o frustraciones. Y por tanto, será una alternativa a las pataletas, a las agresiones o los insultos, cuando algo les parece injusto o no consiguen lo que ellos quieren.
Es verdad que esta técnica de respiración es una herramienta genial para gestionar la rabieta, el enfado o la frustración. Pero ¿qué pensarías si te dijera que la respiración es la 'técnica estrella' para gestionar todas nuestras emociones? Sí, has leído bien. Todas las emociones.
Cuando hablamos de la respiración, solemos pensar que solo sirve para gestionar emociones desagradables con intensidades altas como el enfado, la frustración o el miedo, y es cierto. De hecho, en los niños es para lo que se utiliza principalmente. Sin embargo, la respiración también nos permite prolongar la duración de emociones agradables como la calma, la alegría o la esperanza. O incluso, emociones desagradables que no tienen tanta energía como un enfado, pero que tampoco nos gusta experimentarlas como la vergüenza o la culpa.
Además, queremos hacer énfasis en que los niños son muy activos sobre todo, cuando son más pequeños. Y por tanto, es recomendable enseñar esta técnica junto con ejercicios corporales propios del yoga o pilates que les permitan realizar movimientos al mismo tiempo que practican la respiración.
Ahora te toca a ti, ¿practicamos?
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