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La frustración es un sentimiento que aparece en el niño cuando no es capaz de satisfacer algún deseo o necesidad. Este sentimiento provoca que el pequeño experimente una serie de emociones entremezcladas como estar enfadado, estar triste, tener ansiedad, etc. Y no saber cómo enfrentarse a ellas. Sin embargo, hay ciertas cosas que, con un poco de reflexión, podemos aprender a partir de la frustración que a veces los niños sienten.
Da la sensación de que en los últimos tiempos ha aumentado el uso etiquetas como: malos, maleducados, caprichosos, tiranos o agresivos para referirse a los niños. Es la manera en la que los adultos nos referimos a los pequeños que sufren una baja tolerancia a la frustración. La mayoría de las veces nos quedamos en las etiquetas, pero no profundizamos en el porqué de ese comportamiento de los pequeños en el que los 'mayores' tenemos tanto que ver.
Hay un número creciente de padres y madres que creen 'no poder con sus hijos'. Se sienten sobrepasados, sin herramientas para educarlos. Esta inseguridad en los progenitores será la base en la que se sustenta la baja tolerancia a la frustración de los niños hoy en día. Una base en la que se asientan otros errores educativos y que la hace más sólida si cabe. Estos son:
- Una educación demasiado permisiva
Los progenitores de hoy en día venimos, por lo general, de ser educados en el autoritarismo. Al querer romper con ello, elegimos ser democráticos con nuestros hijos, pero muchas veces caemos en el error de dejar hacer. Es decir, hemos pasado de un extremo educativo a otro sin saber ver las virtudes del equilibrio.
- Sobreprotección educativa
Es uno de los criterios erróneos más comunes en la educación de los hijos. El exceso de cuidado de los progenitores es perjudicial para los pequeños. La autoestima de los niños será baja, esto hará que no tengan seguridad en sí mismos y, por tanto, les costará tolerar la frustración.
- No enseñar a saber esperar
Consecuencia de la sobreprotección, los niños no aprenden a demorar la satisfacción. En consecuencia, los pequeños no aprenden a controlar impulsos y esto les hace ser más propensos a la frustración.
De este modo, la inseguridad que se genera en los progenitores a la hora de educar a sus hijos será el obstáculo a evitar. Al hacerlo será mucho más fácil llegar a las herramientas necesarias para conseguir que los niños toleren de manera adecuada la frustración.
Esta sensación que tenemos del aumento de la frustración en los niños debe hacer que nos paremos a recapacitar y entender que es necesario el uso de herramientas que nos ayuden a educar a los hijos para que puedan afrontar el futuro de manera satisfactoria. Así, será necesario entender como padres que es importante:
1. Ser ejemplo
Los padres deben ser el espejo donde los hijos se miren y aprendan a comportarse. Por eso, los padres deben actuar en consecuencia de cómo quieren que sean sus hijos.
2. Ser responsables
Hoy en día se defienden a capa y espada los derechos de los niños. El problema es que se ha dejado de pensar en que estos derechos tienen que ir acompañados de responsabilidades. Será necesario enseñar a los niños que tienen derechos y deben defenderlos, pero no les exime de tener responsabilidades y que cumplirlas es igual de importante.
3. Educar en el esfuerzo
Hay que dejar de lado la sobreprotección y recuperar la cultura del esfuerzo porque, en muchos casos, la mejor vía para resolver las dificultades. Es una de las claves sobre las que podemos reflexionar a partir de la frustración de nuestros hijos.
4. La importancia de poner límites y decir NO
Debemos saber que tener límites no es malo, de hecho, es muy importante poner límites a los niños. Lo malo será el exceso o la deficiencia de ello. Los límites darán seguridad al niño. Le marcan el camino a seguir. Son el marco que asegura la zona en la que los niños pueden moverse con libertad.
5. Ser más positivos
Los adultos debemos aprender a buscar y encontrar cosas buenas dentro las situaciones adversas que se van produciendo a lo largo de la vida. Además es importante que esta actitud se la enseñemos a nuestros hijos. Esta manera de cambiar los pensamientos negativos por ideas positivas hace que nosotros y los niños adquieran confianza, seguridad y en consecuencia, más felicidad.
Sin embargo, la clave para educar a los niños es no dejar solos a los padres. El impacto de la sociedad en los pequeños hoy en día es inmenso. Nuestros hijos se ven influidos por diferentes medios de comunicación, las redes sociales, la música, los amigos, la escuela, etc. Por lo tanto, será importantísimo que se trasmitan los mismos valores desde los distintos canales. Hay una necesidad de que todos los individuos que conformamos la sociedad rememos en la misma dirección para educar 'nuestro futuro', los niños.
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