Aprendizaje

11 claves para proponer hábitos y rutinas a los niños (y que funcionen)

11 claves para proponer hábitos y rutinas a los niños (y que funcionen)

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Hay algo que todos los padres y madres tenemos muy claro en la teoría pero que, en la práctica, parece más complicado de cumplir: proponer buenos hábitos y rutinas a los niños y que estos funcionen. Son esenciales para el buen desarrollo físico pero también emocional de nuestros hijos, de ahí la importancia de establecerlos en casa de una manera respetuosa pero efectiva.

Para dar con todas las claves que nos ayuden, hemos hablado con el pedagogo Mario Pinel. Él nos ha explicado la importancia de los hábitos, ha señalado aquellos que no pueden faltar en casa y nos ha dado algunos consejos para proponérselos a los niños.

¿Qué te viene a la mente cuando escuchas la palabra 'rutina'? Si la analizamos desde el punto de vista de un adulto, es posible que inevitablemente pensemos en alguno aburrido y repetitivo. Sin embargo, desde el punto de vista de un niño, se traduce en una de las necesidades más básicas para su educación y crianza.

Para conocer la importancia de los hábitos y las rutinas para los niños, Mario Pinel suele hacer una metáfora. Nosotros, tanto los adultos como los niños, somos un líquido sin forma. Sin embargo, cuando este líquido lo metemos en una botella, es decir, le ponemos un hábito, se adapta al recipiente en el que lo hemos introducido. Este objeto, es el que determina el tipo de vida (y las rutinas y hábitos) que queremos para nosotros y para nuestros hijos.

No podemos olvidar que estos ayudan a:

- Ofrecer seguridad a los niños
Si establecemos que después de comer, nos lavamos los dientes y luego hacemos un ejercicio de meditación para echarnos la siesta... Los niños sabrán en todo momento qué viene después. Esto les aporta seguridad, previsión y tranquilidad.

- Construir un ambiente afectivo y seguro
Los niños se sienten mejor, más seguros, con más confianza en ellos mismos y, por tanto, el ambiente familiar consigue ser de mayor afectividad y tranquilidad.

- Fomentar la organización en casa
Cuando ponemos hábitos y rutinas en casa, la organización familiar resulta más sencilla. Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer y cuándo lo tiene que hacer; todos cumplimos con las tareas con las que nos hemos comprometido.

- Ayudar a los niños a que sean más autónomos
Tal y como se explica con detalle en el trabajo de investigación 'La importancia de los hábitos y las rutinas en los niños de 3 años' de Carmen Inmaculada Bedia Sebastián para la Universidad Internacional de La Rioja, los hábitos ayudan a los niños a ser cada día un poco más autónomos. Y es que cuando los pequeños adquieren un buen hábito, lo pueden incorporar a cualquier momento de su vida, lo que les ayuda a saber mejor cómo enfrentarse a su cotidianidad, sin ayuda externa y, por tanto, de una manera más independiente.

- Enseñar valores importantes a los niños
Cuando incorporamos los hábitos a nuestra vida familiar, enseñamos a nuestros hijos a ser corresponsables (todos nos responsabilizamos de las tareas), comprometidos (cumplimos con nuestras responsabilidades), constantes (nos tenemos que esforzar por lo que tenemos que hacer) y apreciamos lo que tenemos.

Los hábitos y las rutinas también ayudan a que la convivencia en casa sea más sencilla y agradable. Por ello, estos son algunos de los hábitos que no pueden faltar en vuestro hogar.

- Hábitos alimenticios saludables
Los bebés tienen el paladar 'virgen' por lo que los primeros años de vida deben sentarse las bases de la alimentación saludable.

- Buen hábito de sueño
Los hábitos y las rutinas también ayudan al sueño, ya que predisponen a que los niños vayan bajando el ritmo hasta que llega el momento de irse a la cama.

[Leer +: Hábitos de sueño saludable para los niños]

- Buenos hábitos de higiene
Es en la infancia cuando debemos enseñar a los niños la importancia de ducharnos, de cepillarnos los dientes, de lavarnos las manos... En definitiva, buenos hábitos de higiene.

- Hábitos de orden
Cada cosa tiene su sitio en casa y todos debemos participar en su organización. Podemos jugar, pero después hay que recoger. Para que este hábito funcione, podemos proponer a los niños un horario para el orden y el desorden. Por ejemplo, el salón será una sala de juegos para todos, hasta las 19 horas. Llegado ese momento, tenemos que recoger todos los juguetes (ese es el hábito que vamos a establecer) para que todos podamos utilizar la sala de estar para cenar en familia.

- El hábito de hablar bajito
Si solemos hablar a nuestros hijos en un volumen 8 (en una escala de 0, que es silencio, y 10 que es chillidos tronadores), cuando nos enfademos utilizaremos un volumen 9 o 10. Casi sin darnos cuenta, estaremos hablando a los niños en un volumen demasiado alto. E, igual que ocurre con la gota que cae constantemente del grifo o los pasos de los vecinos de arriba, cuando el oído se acostumbra a oír algo, deja de escucharlo. ¿Quieres que esto ocurra en tu hogar? ¡Hablemos bajito!

- ¡Querernos mucho! (y cada vez más)
El amor y la afectividad también es un hábito que JAMÁS puede faltar en nuestro hogar.

¿Y cómo se pueden establecer los hábitos de mejor forma? ¡Te damos algunas claves!

1. Escuchar a los niños para saber qué necesitan
Aunque se suelen dar consejos generales, lo cierto es que no todos funcionan para todos los niños. Cada uno de ellos es único y, por tanto, debemos pararnos y escuchar a nuestros hijos. Es posible que cada uno de ellos tenga su propio ritmo y su propia forma de ver el mundo, por lo que los hábitos y las rutinas que les propongamos deben adecuarse a su personalidad.

2. Establecer rutinas según lo que buscamos
La clave para que las rutinas funcionen para nosotros es buscar y apostar por aquellas que adaptan al tipo de familia que queremos formar y a los valores sobre los que queremos sustentarla. Para ello, debemos sustentar estas rutinas en el amor y no en el miedo (miedo al castigo, miedo a que me griten...).

3. Poner las rutinas, paso a paso
La mejor forma para poner las rutinas a los niños es hacerlo poco a poco, paso a paso. Por ejemplo, si queremos que cojan el hábito de poner la mesa, un día les podemos proponer el juego de llevar una servilleta (¡que pesa mucho!) hasta la mesa. Al día siguiente, tendrán que llevar un vaso (¡cuidado, que se rompe!). Otro día, el pan... Y así, paso a paso, los niños adquirirán el hábito de poner la mesa.

4. Diálogo y comunicación activa
¿Debemos 'negociar' los hábitos que tenemos en nuestra casa? Mario Pinel explica que cuando hacemos una reunión familiar para fijar y pactar 'las normas del juego', los niños se siente partícipes del proceso y, por tanto, están más predispuestos a aceptarlos.

Sin embargo, nunca podemos olvidar que quienes 'mandan' en casa son siempre papá y mamá. Y, por lo tanto, siempre es su voz la que va a prevalecer, sobre todo en lo que se refiere a las normas necesarias para que haya seguridad en casa.

5. Fomentar la colaboración en casa
La colaboración y la responsabilidad son dos de los valores que debemos transmitir a los niños y que ayudan a que todo el mundo acate y cumpla con las rutinas.

6. Buscar que los niños empaticen con cómo nos sentimos
Si nuestros hijos empatizan con nosotros cuando ven que sufrimos cuando no nos hacen caso, a pesar de repetirles las órdenes una y mil veces, comenzarán a cumplir con los hábitos que les proponemos.

7. Ser estables, pero ser flexibles
Para que los hábitos funcionen, debemos ser constantes y estables, así como claros con las 'reglas' de funcionamiento. Sin embargo, también podemos dejar cierto margen para la flexibilidad (un 80% de rutina - un 20% de flexibilidad, propone Mario).

8. Establecer los hábitos como si fuera un reto
Cuando planteamos los hábitos (por ejemplo, el hábito de estudiar) podemos hacerlo mediante los retos y los juegos. ¿Y si animamos a nuestros hijos a que se pongan pequeños desafíos a ellos mismos? Por ejemplo, hacer una división en un minuto o escribir una redacción en 20 minutos.

9. ¿Y cuando vamos a perder los nervios?
A menudo, la situación en casa se puede convertir en un coche de alta gama con una gran potencia que acelera, y acelera, y acelera... Y los nervios cada vez van a más, al tiempo que los gritos aumentan y nos decimos cosas más feas... ¿Cómo podemos frenar y ayudar a nuestros hijos a frenar? ¡Respiramos y sorbo de agua! Gracias a que bebemos agua conseguiremos 'apagar el fuego'.

10. Nunca es demasiado tarde para establecer rutinas
A los seres humanos nos encanta tener rutinas (aunque no queramos aceptarlo siempre), por eso, nunca va a ser demasiado tarde para proponer hábitos.

11. Disfrutar de la educación de nuestros hijos
Ante todo, educar a nuestros hijos desde la afectividad y desde el disfrute. No hay mejor guía para establecer los hábitos que a través del amor.

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