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Cuando hablamos del parto y de los importantes cambios que conlleva, casi siempre nos centramos en las sensaciones y acontecimientos que tiene lugar en el cuerpo de la madre, pero a menudo se nos olvida que el parto es cosa de dos, que cuando una mujer pare, un bebé nace, y que para este segundo protagonistas los cambios son aún mayores. Estos son los principales cambios del bebé al nacer.
El bebé pasa de estar dentro del útero, donde todas las entradas que recibe están filtradas por el cuerpo materno, al mundo exterior, donde nada filtra los estímulos y empieza a depender de sí mismo para respirar y sobrevivir (en cierta manera).
El cambio más importante y que condiciona la adaptación al mundo exterior es el que se produce a nivel cardiorrespiratorio. En el útero, el órgano encargado de aportar oxígeno a la sangre y eliminar dióxido de carbono es la placenta, mientras que los pulmones están llenos de líquido.
Al pasar por el canal del parto y 'comprimirse' el tórax, parte de ese líquido es expulsado, y con la primera respiración del bebé, los pulmones se llenan de aire y se establece la circulación pulmonar, que hasta entonces era mínima. A partir de entonces, serán los pulmones los encargados del aporte de oxígeno a la sangre y la eliminación de dióxido de carbono.
Este cambio de la circulación placentaria a la circulación pulmonar ocurre fisiológicamente en los primeros minutos de vida, y hace que se modifique el sistema vascular del recién nacido de forma paulatina: durante el periodo fetal, existen tres comunicaciones entre la sangre venosa y la arterial para asegurar un aporte de oxígeno adecuado a los órganos más importantes.
Estas comunicaciones son el ductus arterioso, el ductus venoso y el foramen oval, y con el cambio depresiones que se produce con las primeras respiraciones, van dejando de funcionar progresivamente. Si se pinza precozmente el cordón (antes de que deje de latir), este cambio será más brusco y la adaptación del bebé más costosa.
El cerebro del bebé también cambia en el momento del nacimiento. No solo porque se tiene que adaptar al canal del parto (el cráneo del bebé es moldeable porque aún no están fusionados todos los huesos, por eso a veces salen con la cabeza algo aplastada o apepinada), sino porque empieza a recibir un montón de estímulos que hasta entonces estaban amortiguados: luz, temperatura, ruidos, tacto, gravedad…. Dependiendo de cómo haya sido el parto, la adaptación a esta circunstancia será diferente.
En el momento del nacimiento, el bebé tiene una alta dosis de adrenalina y cortisol, hormonas del estrés necesarias para su adaptación al mundo extrauterino. Por eso es frecuente que el recién nacido permanezca despierto y alerta las primeras horas de vida. Poco a poco debe volver al equilibrio y a un estado de calma, y donde más fácilmente lo conseguirá es sobre el pecho de su madre.
Desde allí percibirá que el mundo es un lugar amable, y que puede permanecer tranquilo y seguro. Es su medio ambiente natural, donde un bebé espera estar, donde se siente seguro y sabe que puede sobrevivir. Y esta percepción inicial del mundo condicionará su manera de adaptarse al medio posteriormente.
En el embarazo, tanto la piel como el tubo digestivo del bebé se encuentran estériles, sin bacterias; es esencial que las primeras bacterias con las que tenga contacto el bebé sean las de su madre, que son 'bacterias buenas' que protegerán de futuras infecciones.
Esta microbiota intestinal jugará un papel fundamental en el desarrollo y maduración del sistema inmune del recién nacido. Para ello también es de vital importancia el calostro, la primera leche que produce el pecho materno tras el parto.
Tras esta primera toma el intestino debe empezar a 'funcionar' y a digerir este alimento y expulsar sustancias de desecho. Las primeras heces del recién nacido se denominan 'meconio', y es una sustancia verde oscura o negra, que debe eliminar en las primeras 24 o 48 horas.
También el hígado juega un papel fundamental en la adaptación extrauterina del bebé, ya que va a ser el encargado de mantener estables sus niveles de glucosa en sangre (almacenando o destruyendo glucógeno), participa en la coagulación de la sangre y en el metabolismo de la bilirrubina.
Temperatura corporal: el recién nacido puede perder calor principalmente por evaporación (nacen con la piel empapada en líquido amniótico), por lo que es importante secarle nada más nacer y mantenerle en contacto piel con piel con su madre, que hará 'reguladora térmica'. Un bebé separado de su madre gastará gran cantidad de energía para mantener su temperatura corporal.
La piel aparecerá cubierta por una sustancia grasa llamada vérmix, que ayuda a prevenir infecciones y mantener la hidratación de la piel.
Los riñones aumentarán su trabajo, por lo que es importante observar que el bebé hace pipí en su primer día de vida.
Estos cambios cambios más importantes que tiene lugar en los primeros momentos de vida del bebé, pero a lo largo del primer mes de vida se producen muchos más. Y todos ellos serán más fáciles para el recién nacido si se siente seguro y bien atendido. Porque como dice el famoso neuropediatra Nils Bergman: 'Nada en la vida del bebé tiene sentido si no es desde el punto de vista del cuerpo de la madre'.
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