Conducta

5 enseñanzas positivas que los niños pueden extraer de la frustración

5 enseñanzas positivas que los niños pueden extraer de la frustración

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La frustración es una emoción que sucede cuando una persona está motivada para perseguir un fin o tiene una clara expectativa sobre algo y tropieza con algún obstáculo que bloquea tal resultado o expectativa. Pertenece a la familia de la ira, de hecho la frustración mal gestionada es el germen de emociones muy complejas e intensas como el odio o la cólera. Sin embargo, de una emoción tan incómoda como la frustración los niños también pueden extraer algunas enseñanzas positivas que les ayudan a crecer emocionalmente.

Lo cierto es que nos vemos obligados a lidiar con la frustración prácticamente a diario desde que somos niños. Aprender a hacerlo de una forma adecuada, tiene un gran valor porque contribuye al desarrollo personal y al proceso madurativo de la persona, además está íntimamente relacionado con una sana autoestima y con la propia percepción de felicidad.

La frustración permite ir comprendiendo que el mundo no orbita alrededor de uno mismo, y que por tanto, a veces podemos cumplir nuestros deseos y/o expectativas, otras veces tenemos que esperar para que sean posibles y otras tantas sencillamente no lo serán.

Ayudar a los niños a entender el mecanismo de la frustración y enseñarles a gestionarla les permite aprender ciertos valores y enseñanzas. Entre ellas, las más destacadas son:

1. Los niños pueden aprender a ser más tolerantes y flexibles ante las situaciones que se producen a su alrededor.

2. Aprender a tolerar la frustración también les ayuda a entrenar la perseverancia.

3. Gracias a esta emoción, los pequeños también pueden aprender a ser pacientes en la espera.

4. Por otro lado, les ayuda a mantener la motivación en la consecución de sus propósitos.

5. Además, los niños aprenden a gestionar los 'imposibles'.

En la década de los 60 del pasado siglo XX, el psicólogo W. Mischel de la Universidad de Standford desarrolló un experimento longitudinal para estudiar el autocontrol y la demora de la gratificación en niños de entre 4 y 6 años. De forma individual ponía a cada niño frente a una gominola, la instrucción que recibía era clara y simple: si no la comía en 15 minutos, recibiría otra más. En total unos 600 niños se sometieron al experimento. La mayoría de ellos no resistió la tentación de comerse la golosina. Solo el 30% de los pequeños logró tolerar la frustración durante los 15 minutos y obtuvo su recompensa.

Mischel hizo un seguimiento a estos niños durante 20 años. En general, encontró que aquellos que habían resistido la frustración de comer la gominola estaban mejor adaptados psicológica y socialmente que quienes habían optado por la recompensa inmediata. Este experimento se ha vuelto a estudiar en investigaciones como 'Hot thoughts, cold thoughts, and harnessing self-control: Walter Mischel's THE MARSHMALLOW TEST and other half of the equation', de Allison N. Kurti para la Universidad de Vermont.

Los padres y madres como educadores tenemos que asumir la dura labor de decir que no a nuestros hijos, asumiendo que esto les va a llevar a confrontar directamente con la frustración. Será más fácil hacerlo si albergamos el profundo convencimiento de que esto forjará una mejor autoestima y una sana relación de nuestro hijo con el mundo.

En el día a día hay multitud de ejemplos en los que ejercemos de 'obstáculo' para la consecución de sus deseos: 'No, no es el momento de tomar chuches'; 'no, ahora no puedes ver la televisión'; 'hay que esperar a tu cumpleaños para tener ese juguete que tanto te gusta'; 'ahora es el turno de tu hermano'...

¿Y cómo podemos ayudar a los niños a tolerar la frustración? Aquí van algunos consejos:

- Como siempre lo primero es dar ejemplo, ser coherente y consistente con lo que les transmitimos: la forma en la que tú te enfrentes a tus frustraciones les servirá de referencia.

- Déjales crecer, no hagas las cosas que ellos puedan hacer por sí mismos: permite que lo intenten, que se equivoquen y que aprendan de ello.

- Permite que aprendan del error, de lo que no se consigue de forma inmediata, de los supuestos fracasos: capacítale para vivir el error como algo positivo, solo así podrá desarrollar su percepción de logro y su competencia personal.

- No tengas miedo a sus rabietas, son solo una expresión de su frustración. Si no las refuerzas con tu atención acabarán desapareciendo.

- Refuerza el aprendizaje: la frustración es un motor poderoso hacia la perseverancia y hacia la motivación.

- Enseñarle la importancia de saber esperar.

Como resumen: enseñar a nuestros hijos esta emoción y sus posibilidades les ayudará a triunfar en el futuro y a desarrollar una personalidad emocionalmente más sana.

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