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Las vitaminas son esenciales para el buen funcionamiento del organismo, sobre todo, durante el crecimiento a lo largo de la infancia, ya que se necesitan miles de reacciones químicas para que el desarrollo celular de los niños se realice con normalidad y, para ello, son imprescindibles las vitaminas.
Como su propio nombre indica, la palabra vitamina, que etimológicamente procede de vita (vida) y amina (sustancia química), significa sustancia necesaria para la vida. La mayoría de las vitaminas, excepto la vitamina D que la fabrica el cuerpo a través de la piel cuando tomamos el sol, debemos ingerirlas a través de los alimentos. Por tanto, una dieta sana y equilibrada, rica en frutas y verduras, pero también en carnes, pescados y cereales proporciona la cantidad necesaria de vitaminas que los niños necesitan.
No existe ningún alimento que contenga todas la vitaminas que el cuerpo necesita, las 13 necesarias para un correcto desarrollo corporal, pero tampoco hay un alimento que contenga una sola. Por tanto, la dieta variada y equilibrada juega un importante papel en el crecimiento y desarrollo de los niños.
Sin embargo, un abuso de vitaminas puede resultar perjudicial, si tenemos en cuenta las propias características de las vitaminas, que se dividen en dos grupos: hidrosolubles y liposolubles. Las vitaminas hidrosolubles son aquellas que se diluyen en agua y el organismo elimina el sobrante a través de la orina, mientras que las liposolubles son las que se disuelven en grasas y no se eliminan, se acumulan en el organismo, concretamente en el hígado, y un exceso puede resultar tóxico.
Por este motivo, es muy importante abstenerse de ofrecer complementos vitamínicos a los niños, sin la recomendación médica. Sólo los niños que padecen enfermedades crónicas, relacionadas con una mala absorción de nutrientes, pueden precisar la ingesta de complementos vitamínicos.
Mención a parte merece el caso de los recién nacidos que se alimentan del pecho, cuya madre es vegetariana. Aunque la lactancia materna aporta todos los nutrientes que necesita el bebé, únicamente las madres vegetarianas estrictas producen una leche sin vitamina B12, imprescindible para la formación de la sangre del bebé y, por este motivo, es importante que estos lactantes reciban un suplemento de vitamina B12 durante el periodo de lactancia.
Por supuesto, la lactancia materna tampoco aporta suficiente vitamina D al bebé, debido a que es una vitamina que no se adquiere a través de la alimentación, sino que debe fabricarla el cuerpo a través de la exposición de la piel a la luz de sol. Este es el motivo por el que muchos bebés reciben suplementos de vitamina D durante sus primeros meses de vida, sobre todo, si han nacido en otoño e invierno.
La carencia de vitaminas puede producir enfermedades concretas, que prácticamente ya están erradicadas en el mundo civilizado. Así, la carencia de vitamina C produce el escorbuto, la falta de vitamina K da lugar a hemorragias y la deficiencia de vitamina D conduce al raquitismo.
Sin embargo, un niño con una alimentación variada y equilibrada no necesita suplementos de vitaminas. En contra de algunos mitos populares, las vitaminas no abren el apetito, pero permiten el buen funcionamiento del organismo porque actúan como catalizadores de los procesos químicos y funcionan como antioxidantes, mejorando la actividad celular.
1. Ácido fólico o vitamina B6
Hidrosoluble. Es esencial para la reproducción celular y, por tanto, para el crecimiento y el desarrollo neuronal. Está en legumbres, cítricos y verduras de hoja verde.
2. Vitamina B12
Hidrosoluble. Participa en la multiplicación de los glóbulos rojos en la sangre e interviene en el desarrollo del sistema nervioso. Abunda en pescados, lácteos, carne roja, huevo y cerdo.
3. Vitamina A o betacaroteno
Liposoluble. Tiene propiedades antioxidantes y es esencial para mejorar el sistema inmunológico y el desarrollo de la visión. Ayuda en la formación de la piel, los huesos y los dientes. Está presente en lácteos, vegetales de hoja verde, zanahoria, calabaza, aceites y pescado.
4. Vitamina E
Liposoluble. Importante para el desarrollo cerebral, actúa como antioxidante e interviene en la formación de glóbulos blancos y rojos. Se encuentra en huevo, aceite, cereales integrales y verduras de hoja verde.
5. Vitamina D
Liposoluble. Ayuda a absorber el calcio y por tanto, interviene en la mineralización de huesos y dientes. Está presente en cantidades mínimas en el pescado, el huevo, la leche y el hígado.
6. Vitamina C
Hidrosoluble. Interviene en la reconstrucción de los tejidos, por eso, mantiene la piel y los ligamentos en óptimas condiciones, y ayuda a fortalecer las defensas del organismo. Sirve para absorber mejor el hierro de los alimentos y así prevenir la anemia. Son buena fuente de vitamina C, los cítricos, el kiwi y las verduras.
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