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Hemos comprado durante muchos años el modelo multitarea: hacer muchas cosas al mismo tiempo todo el rato. Somos la sociedad del hacer; cuanto más, mejor, cuanto más, más valor personal creemos tener. La inactividad, que estaría en el otro extremo, no está bien vista, la asociamos a dejadez, desidia, desgana pérdida de tiempo… Esto hace que exista un miedo de los padres a que sus hijos se aburran o no tengan nada que hacer. Pero, ¿sabías que el aburrimiento puede ser muy beneficioso para tus hijos?
Cuando no hacemos nada aparece el temido aburrimiento del que huimos desesperadamente enganchándonos a lo primero que surja y nos rescate de él. El aburrimiento nos frustra, entristece o enfada porque creemos falsamente que el resto de la humanidad está ocupada en algo y somos los únicos que no sabemos qué hacer, y eso nos señala como menos valiosos e interesantes.
Tengamos en cuenta en este punto el papel que juegan las redes sociales, donde todo los usuarios se muestran haciendo cosas interesantes, en lugares estupendos, con cuerpos perfectos y sonrisas de anuncio.
Y resulta que no hacer e invocar al aburrimiento tiene un lado muy positivo, un tiempo de no hacer nada nos invita a la creatividad, al silencio, a interiorizar, a pensar… A simplemente SER. Aprender a no hacer nada es todo un reto en los tiempos que corren. Si le perdemos el miedo veremos que es un tiempo muy fértil, donde entre otras cosas nos encontramos con nosotros mismos.
En el caso de los niños, somos los adultos quienes desde este modelo que venimos describiendo llenamos su tiempo hasta el último segundo. Es maravilloso y más que recomendable estimular a nuestros hijos para que vayan adquiriendo destrezas, conocimientos y competencias cada vez más complejas, pero en muchas ocasiones caemos en la sobrestimulación: un 'non stop' de actividades, una detrás de otra, casi de forma compulsiva, una especie de 'horror vacui' (horror al vacío).
Muchas de esas actividades hoy en día implican tener una pantalla delante, lo que ni siquiera sería exactamente hacer, sino más bien consumir pasivamente un estímulo ya creado y cerrado… Y es que en estos casos, el niño hace poco o nada… Se trata solamente de gastar tiempo.
Siendo esto así, cuando por alguna razón en el tiempo del niño se abre un espacio sin actividad (ese 'vacui', vacío) aparece el monstruo de tres cabezas que es el temido aburrimiento. Poder abrirse a parar la máquina y no hacer nada, proporciona al niño una experiencia que le reportará beneficios insospechados como creatividad, fantasía, autoconocimiento…
Los niños necesitan espacios de 'vacío' para colocarse por dentro y dejar posar las experiencias, para fantasear, soñar y crear, para pensar y encontrarse con ellos mismos.
Por tanto, no tengas miedo a que tus hijos se aburran de vez en cuando, no acudas rápidamente a llenar ese espacio, procura no facilitarles la pantalla de turno… Deja de temer esos periodos de inactividad, alimenta en ti la certeza de que, además de necesarios, son tremendamente rentables.
Si lo haces, te invito a que observes lo que pasa cuando tus hijos se aburren. Frecuentemente inventan algo, tienen una idea nueva y además suelen estar más tranquilos. Por ello, la próxima vez que tus hijos te digan eso de 'me aburro', no hagas nada; o mejor, invítales a que encuentren su propio entretenimiento. Es posible que, en un primer momento, traten de resistirse o quejarse de que no haces nada para que se diviertan. Sin embargo, verás que no tardarán en despertar su creatividad.
Conviene señalar que lo dicho hasta aquí describe un aburrimiento positivo y tal y como hemos expuesto, deseable. Pero también existe un aburrimiento perjudicial y dañino que es el que persiste y se prolonga en el tiempo.
Este está más relacionado con el letargo, la apatía, la inhibición, la falta de motivación… Incluso podría ser indicativo de problemas más complejos como cuadros depresivos. En este caso tendríamos probablemente que contar con la ayuda de un profesional. Es muy fácil distinguirlos:
- El aburrimiento positivo
Este tipo de aburrimiento es deseable, dura poco y es fértil, se da en espacios breves entre actividades.
- El aburrimiento negativo
Sin embargo, este no resulta beneficioso. Es prolongado en el tiempo y se convierte en un bucle del que no nace nada más que más aburrimiento y desidia. Sin duda es un síntoma de algo más importante que como padres tendremos que atender.
Juegos y cuentos sobre el aburrimiento infantil
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