Cuentos infantiles

Una sorpresa para Quique. Cuento corto sobre la ilusión de los niños

Una sorpresa para Quique. Cuento corto sobre la ilusión de los niños

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Sin sorpresas y sin ilusión, la vida sería mucho más aburrida, ¿verdad? La tía de Quique quiere sorprender a su sobrino después de mucho tiempo sin verle y decide darle un regalo muy especial con el que este niño va a quedar maravillado. Comparte con los niños este cuento corto de Marisa Alonso titulado Una sorpresa para Quique. Habla sobre el asombro, sobre los recuerdos y sobre la ilusión. ¡Sorpresa!

Además, hemos acompañado este cuento infantil con algunas actividades educativas de comprensión lectora y te proponemos sorprender a tus hijos utilizando el mismo recurso del que habla el relato. ¡No te lo pierdas!

Cuando Quique entró en casa dejó caer la mochila al suelo, abrió mucho los ojos, a la vez que la boca y empezó a tartamudear:

- ¡Tía Eeeleenaaa! - gritó abrazándose a ella.

Sí, era ella. La hermana pequeña de su madre, su madrina, a la que no veía desde hacía tres años nada más que por videollamada, porque se fue a vivir al extranjero por motivo de trabajo, cuando él solo tenía cuatro años.

- ¡Tía Elena! - volvió a decir llorando sin poderlo creer.

Elena lo abrazó llorando también. Quique era su ahijado y su único sobrino. Sentados a la mesa, Quique no quitaba ojo a su tía. La tenía agarrada de la mano y no la soltó durante toda la comida. Respiró aliviado cuando escuchó que se quedaría diez días en la ciudad.

Después de la comida Elena llevó a Quique a su habitación y le entregó un paquete. A Quique le latía el corazón apresuradamente cuando empezó a desenvolverlo: ¡era una hucha!

- Quique, verás que es una hucha, pero no es una hucha corriente - le dijo la tía al niño.

Quique la acarició entre sus manos: era una caja labrada de madera, seguramente hecha por su tía, de tamaño mediano, con una ranura en la parte superior.

- ¿Qué piensas que hay dentro? - le preguntó.

- ¡Billetes! - contestó alzando los hombros al ver que no sonaban monedas.

- ¿Tú crees? - insistió Elena.

- ¡Claro! - dijo el niño guiñando un ojo a su tía.

- ¡Pues estás equivocado! Es una caja del tiempo - le dijo.

Quique abrió de nuevo los ojos como platos y miró a su tía para que le siguiera contando.

- La caja está vacía, pero ya te he dicho que es muy especial. Siempre que venga iré metiendo dinero en tu hucha - continuó.

- ¡Quique! - le dijo, para que le prestara atención - quiero que escribas una carta; yo escribiré otra y las meteremos, a la vez, en la caja. No podrás abrir la hucha hasta que tengas dieciocho años. ¡Me lo tienes que prometer!

Quique miró a su tía incrédulo, contando mentalmente.

- ¡Once años! - dijo, y empezó a contar nuevamente con los dedos.

Elena se echó a reír al ver la cara del niño.

- Aún hay más. Me gustaría que metieras también algo que te gustara encontrar cuando tuvieras esa edad, ¡piénsalo! Estaré aquí unos días y lo haremos juntos.

Cuando Quique se fue a la cama no podía dormir pensando qué poner en su carta y qué meter en la caja.

Dos días antes de que Elena tuviera que regresar a su trabajo, Quique le dijo:

- ¡Ya lo tengo!

Los dos, en la habitación, abrieron la caja y Quique comprobó, que como había dicho su tía: estaba vacía. Elena le enseñó un billete y lo introdujo, después sacó la carta de su bolsillo y la metió también; le pareció que había dejado algo más, pero no dijo nada.

Después fue el turno de Quique. Metió su carta: un bonito y colorido dibujo que había hecho esa mañana, un llavero de un balón, un cuento y un paquetito envuelto en papel de regalo. Elena sonrió al verlo, le dijo que pusiera la fecha en la carta, cerró con llave la caja delante del niño y la introdujo por la ranura. A los dos les brillaban los ojos cuando se miraron pensando en el futuro.

Su tía Elena le había dado una gran sorpresa al presentarse en su casa - pensó Quique - pero la verdadera sorpresa era empezar esa gran aventura en el tiempo junto a ella.

¡Menuda sorpresa le da la tía Elena a Quique! Si os ha gustado leer este cuento, no dejéis de hacer algunas de las actividades que a continuación te proponemos. Están pensadas para niños de distintas edades y cursos, por lo que tendrás que adaptarlas al nivel y conocimientos de tus hijos.

1. Preguntas de comprensión lectora para los niños
Lo primero que te vamos a proponer son algunas cuestiones de comprensión lectora que te ayudarán a saber si tu hijo ha entendido la lectura y si le ha prestado atención.

  • ¿Quién llegó a casa de Quique dándole una gran sorpresa?
  • ¿Por qué hacía tanto tiempo que no se veían?
  • ¿Qué regalo le hace?
  • ¿Qué decide meter Quique en la caja?
  • ¿Cuál es la mejor sorpresa para el niño?

2. El juego del detective de palabras
Esta actividad está pensada para que los niños de primaria repasen algunos de los conceptos que han aprendido en clase de lengua. Debemos pedirles que se conviertan en detectives de palabras y busquen en el texto del cuento los siguientes ejemplos: una preposición, un adjetivo, un verbo en pasado y un adverbio.

3. Escribir una carta a la tía Elena
Un cuento como este puede servir también de excusa para que los niños practiquen la expresión escrita. Por eso, podemos sugerirles el siguiente ejercicio: deben imaginarse que ellos mismos son Quique a los 18 años y, por tanto, ha llegado el momento de abrir la hucha que la tía Elena le regaló cuando era niño, ¿cómo se siente al ver lo que allí guardó? Pídele a tu hijo que escriba una carta a Elena explicándoselo.

4. Ilustrar el cuento
No hay nada que guste más a los niños que los cuentos ilustrados, por eso este relato es la excusa perfecta para animar a los niños a hacer un bonito dibujo que narre la historia que acabáis de leer.

La sorpresa y el asombro son dos emociones que no pueden faltar en la educación de los niños. Hace que los pequeños (pero también los adultos) vivan con alegría e ilusión, mantengan su curiosidad infinita por aprender más y más, investiguen sobre aquello que les interesa, reaccionen ante lo nuevo y desconcertante...

Por eso, desde nuestro sitio te proponemos que sorprendas a tus hijos y te dejes sorprender. Aquí van algunas ideas para conseguirlo.

- Hacer lo de siempre, pero de una forma diferente. A veces, es tan sencillo como cambiar una pequeña parte de nuestra rutina diaria para asombrarnos. Por ejemplo, podemos poner una canción divertida para despertarnos o preparar un desayuno distinto.

- Buscar una frase para acompañarnos cada día. Cada día, podemos buscar una frase o cita célebre que nos acompañe y con la que podamos sorprender al resto de la familia o amigos.

- Aprender algo nuevo todos los días. Propongámonos aprender algo nuevo, aunque sea algo sencillo, todos los días. Podemos investigar con nuestros hijos, por ejemplo, sobre datos curiosos de la naturaleza, letras de canciones, una poesía...

- Preparar nuestra caja del tiempo. Igual que los protagonistas de este cuento, ¡hagamos una caja del tiempo! Nos hará mucha ilusión abrirla y descubrir nuestros recuerdos.

- Hacer una sorpresa a otro miembro de la familia. Debemos asombrar a los niños, pero también enseñarles a sorprender a otros. Seguro que les hará tanta ilusión como recibir ellos mismos la sorpresa.

¡Que la vida os depare muchas muchas sorpresas buenas como la de Quique!

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