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Nuestros hijos siempre nos sorprenden con cosas nuevas, pero hay veces que al quedarnos mirándolos volvemos a nuestra infancia y nos recuerdan todo aquello que hacíamos cuando éramos tan pequeños como ellos: los juegos, las ilusiones, los pensamientos.... ¡De repente es como si nuestros hijos estuvieran viviendo una parte de nuestra vida! ¿Sabes de lo que te hablamos? Estas son las 19 cosas que los padres hacíamos de pequeños y nuestros hijos repiten.
La razón por la que esto sucede no la sabemos, pero la verdad es que es una realidad que viven con ilusión muchos padres. Y es que, quizás, no importan los años que pasen entre unas generaciones y otras, al fin y al cabo, todos los niños pueden divertirse con lo mismo que tú lo hacías e, incluso, con lo que se divertían sus abuelos.
Esa sensación que se tiene cuando te das cuenta de que tus hijos repiten lo que hacías en la infancia es una especie de amalgama de sentimientos que te llenan de emoción. Por un lado, te ves reflejado en tus hijos, un pequeño recuerdo llega a tu memoria, produciéndote una sensación reconfortante e inconfundible, es como si saborearas de nuevo tu propia infancia.
Y disfrutas ese pequeño momento como si fuera tu mayor tesoro, porque no siempre tenemos la oportunidad de recordar tu niñez con la claridad que lo hacemos en esos momentos. Por otro lado, sientes una especie de orgullo ante tus hijos, que también saben divertirse como tú lo hacías, '¿será que hacen lo mismo que tú porque son tus hijos?', piensas. No sabes por qué ocurre esa especie de magia intergeneracional, pero sucede, incluso cuando tus hijos son adoptados o son tus hijastros.
En realidad, según mi opinión, no se trata tanto de la genética, sino de esa conexión especial que sentimos con nuestros hijos al vernos identificados en ellos. Cuando tu ‘bebé’ juega a las canicas como cuando tú lo hacías de pequeña sientes que puedes entender el alcance de su felicidad al disfrutar de ese juego, e incluso puedes jugar con tu pequeño o pequeña, enseñarle algunos trucos y disfrutar como cuando eras un bebé de su misma edad. Es algo maravilloso, ¿verdad?
¿Y qué cosas son esas que nuestros hijos hacen y sentimos un vuelco al corazón porque nosotros también lo hacíamos? Pueden ser miles o millones de cosas, porque depende mucho de nuestra experiencia personal, pero hemos querido recopilar algunas que puede que te suenen familiares. ¡Aquí van!
1. Saltar en los charcos
Recuerdo la primera vez que mi hijastro saltó en charcos de agua conmigo, ¡me vi a mí misma en la entrada del portal de mi casa con unas botas de agua de colores! Mi primer impulso fue prohibírselo por miedo a que se resfriara, pero entendí perfectamente que en ese momento importaba más que mi pequeño se divirtiera que otra cosa.
2. Columpiarse alto
¿Recuerdas cuando tu papá, mamá, hermanos o primos te empujaban para que te columpiaras más alto? Sentías que podías volar, ¿verdad? Es lo mismo que sienten tus hijos, ¡te lo puedo asegurar!
3. Jugar a las canicas
Las canicas nunca pasarán de moda, ¡resisten al paso de las generaciones! Quizás no solo veas jugar a las canicas a tus hijos, sino también a tus nietos.
4. Salir a la calle sin abrigo
‘¡No me quiero abrigar!' o '¡Tengo calor!’. Antes de desquiciarte porque tu hijo quiere salir a la calle sin abrigo, quizás puedas buscarte a ti mismo entre tus recuerdos de la infancia...
5. Amarrarse los zapatos por primera vez
Puede que cuando tu hijo consiga atarse los zapatos por primera vez o las primeras veces, de repente descubras que recuerdas esa vez que también tú lo lograste. ¿A que fue algo increíble?
6. No querer comerse la verdura
Quien dice la verdura, dice el pescado o cualquier comida que no le guste a tu pequeño o pequeña. Puede que en más de una ocasión te veas a ti mismo peleando con tu mamá porque ese día estabas decidido a ganar la batalla.
7. Escribir un diario
Quizás tus hijos te sorprendan un día escribiendo en un diario secreto que guardan con recelo. ¿Tú también tuviste uno? Recuerda que odiabas que tu madre lo cogiese para leerlo...
8. Jugar a la rayuela
¿Te acuerdas de la rayuela? Solo necesitabas una piedra y una tiza, si la jugabas en cemento, o un palo si era sobre arena. Por delante te esperaban largas horas de diversión, las mismas que tienen tus hijos ahora.
9. Caminar sin pisar las líneas del suelo
Es todo un juego de destreza, habilidad, concentración y equilibrio. Prueba a pasártelo igual que te lo pasabas ahora con tus hijos jugando a este juego.
10. Subirse a los árboles
A pesar de que en el fondo de ti sientes que hay cierto peligro en este juego, no podrás evitar sentirte orgulloso al ver a tu retoño superando un obstáculo tan grande, porque sabes además que su autoconfianza crecerá como lo hizo la primera vez que tú lo lograste.
11. Echar cucharadas y cucharadas de chocolate en polvo en la leche
Y prepárate, porque si tu hijo es tan goloso como tú, probablemente echará alguna más cuando no mires. Y, luego, puede que también se queje de que le duele la tripa. ¡Ups!
12. Probar a morder el cono de helado por la punta
Y sorberla como si fuera el mayor descubrimiento del mundo. No sabes por qué, pero el helado sabe más delicioso así.
13. Chupar y morder el lápiz
En realidad sabe bastante malo, pero quién sabe por qué todos lo hacemos cuando somos niños (o casi todos). En el colegio o haciendo los deberes, chupar y morder el lápiz es todo un vicio.
14. Pintarte con pintura roja la cara y gastar una broma
Para los niños más bromistas, esta es la clásica broma: hacer como que te ha salido sangre con pintura. ¿Lo hacías de pequeño y tú hijo también?
15. Disfrazarte con la ropa de mamá/papá
Llegas a casa y tus hijos te sorprenden con tacones y corbata. Pues sí, todos lo hemos hecho alguna vez, ¿verdad? Disfrazarnos de papá o mamá y pasearnos por el pasillo de casa repitiendo, además, sus frases hechas molaba un montón.
16. Pensar que vas a encontrar un tesoro
Si tu hijo mira hacia abajo fijamente cuando camina, puede que te recuerde a alguien... ¡a ti! Sí, y hace este gesto con la esperanza de encontrar dinero o un tesoro especial.
17. Disfrutar sin parar jugando a los globos de agua
En verano, no hay niño (ni adulto) que se resista a pasárselo súper bien jugando a los globos de agua. ¿Te acuerdas de las guerras de globos con tus amigos? Volvíamos a casa para meteros casi directamente en la secadora.
18. Hacer preguntas incómodas
Tus hijos son tan curiosos como lo eras tú cuando tenías su edad, así que no te extrañes tanto cuando te hagan una pregunta incómoda. Lo mejor que puedes hacer es salir del paso, respetando siempre la necesidad de aprendizaje de tus pequeños, o si ya está maduro hablar sobre ello.
19. Pintar una obra de arte en la pared
En la pared, en una hoja de documentos de mamá o papá ... ¡en el lugar menos indicado! ¿Te acuerdas? Muy bonito y muy creativo pero... poco afortunado... ¿o no?
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