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4 claves para usar la crianza intensiva sin sobrecargar a los niños

4 claves para usar la crianza intensiva sin sobrecargar a los niños

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Estilos de crianza hay muchos: crianza respetuosa, crianza en positivo, crianza democrática, crianza autoritaria, etc. En esta ocasión nos vamos a centrar en conocer más la crianza intensiva, puesto que cada vez se escucha más hablar de ella. Mal empleada, esta puede provocar sobrecargar a los niños (y con ello, problemas de ansiedad y estrés), por lo que te damos algunas claves para acogerse a la crianza intensiva y beneficiarse de todas sus ventajas.

El estilo de crianza no es otra cosa que el modelo educativo que llevamos a cabo en el hogar. Cómo educamos a nuestros hijos, cómo atendemos a sus demandas emocionales, nuestra conducta y actitud hacia los hijos... El estilo de crianza que como padres escogemos influye en cómo nos relacionamos con nuestros hijos, y esta manera de relacionarnos con ellos va a determinar buena parte de su desarrollo social y emocional en el presente, y por supuesto, en el futuro.

Los estilos o modos de crianza están influenciados por la historia personal de los progenitores, pero también por el entorno social en el que nos desenvolvemos. Es por ello que van cambiando a lo largo del tiempo y la sociedad y parece que van apareciendo 'modas' sobre cómo educar y criar a los hijos.

Cuando tenemos un hijo y pensamos cómo lo vamos a educar, pensamos en cómo queremos o nos gustaría que fuera ahora (sensible, educado, inteligente, resolutivo, autónomo...) pero también pensamos en el adulto que será en el futuro. Y todas estas ideas o proyecciones van a influir o condicionar nuestro día a día y nuestra manera de educar a nuestros hijos.

En cuanto a la crianza intensiva, no es algo nuevo. Es más típica de los Estados Unidos, aunque parece que va instaurándose poco a poco también en Europa y Latinoamérica. Este estilo de crianza se centra en el futuro de los hijos a nivel académico y también laboral, es decir, que se tiene la creencia de que todo lo que se haga ahora, en la infancia, va a determinar el tipo de trabajo o educación que van a tener en el futuro.

El termino intensivo hacer referencia a la intensidad con que los padres se dedican a los hijos y a su educación. Vemos padres en continua formación sobre cómo estimular a los hijos, su inteligencia, su desarrollo emocional, sus aptitudes... y como consecuencia, niños que participan en múltiples actividades de todo tipo, deportivas, académicas, artísticas... Todas ellas con un fin, que es mejorar, ser bueno y competitivo.

Los padres están totalmente implicados e inmersos en estas tareas y se preocupan continuamente por buscar el mejor recurso, la mejor actividad, la mejor escuela y la mejor manera de desarrollar las habilidades y capacidades del niño.

En principio, querer que nuestros hijos tengan una buena educación, que se formen para el futuro, que desarrollen habilidades emocionales, artísticas, deportivas, que sean competentes en un mundo cada vez más competitivo, etc. no es en sí negativo.

Este estilo de crianza tiene beneficios para los niños, si se lleva a la práctica de forma adecuada. El problema viene cuando esto se convierte en sobreexigir a los niños, en pedir más de lo que pueden dar o en pedir cosas que están fuera del interés del niño, y en olvidarnos, en definitiva, de que ante todo son niños.

No son pocos los padres que acuden a consulta preocupados por problemas en sus hijos como: falta de sueño, irritabilidad, niños excesivamente exigentes consigo mismos y con poca tolerancia al fracaso o a la frustración. Y no es extraño encontrarnos con niños con ansiedad y estrés en etapas muy tempranas, en ocasiones generadas por un exceso de actividades y con poco tiempo para el juego, el ocio o el aburrimiento.

¿Quiere esto decir que la crianza intensiva da lugar a problemas de ansiedad o emocionales en niños? No, claramente no. Pero es fácil caer en la sobreexigencia si perdemos de vista al niño en todos estos planes de un futuro mejor para ellos.

Es fundamental contar con el niño y tener en cuenta sus intereses y gustos. De nada sirve apuntar a nuestro hijo a mil actividades extraescolares, si no disfruta de ninguna. Y tal vez aquí esté el quid de la cuestión: Si queremos criar hijos competitivos en el futuro (cosa que nos llevará tiempo, y entendiendo por competitivo ser una persona resolutiva, con capacidad para la resolución de problemas, la toma de decisiones, y con unas habilidades emocionales que le permitan desenvolverse de forma sana en la vida), hay que pensar y contar con el niño.

Tenemos que pensar que no sabemos qué serán nuestros hijos en el futuro, pero lo que está claro es que queremos que sean felices (y esto pasa por saber gestionar emociones de forma adecuada), y que sean capaces de lograr o, por lo menos, intentar alcanzar sus metas.

Por lo tanto, si optamos por este estilo de crianza, algunas claves que tenemos que tener en cuenta son:

1. Escuchar a nuestros hijos y tener en cuenta sus gustos e intereses (no los de los papás).

2. Hacerles partícipes del proceso, buscando no solo el desarrollo intelectual sino también y especialmente, el emocional.

3. Adecuar y adaptar las expectativas de los padres a cada niño.

4. El tiempo de ocio y de juego es también tiempo de aprendizaje, tal y como señala la guía 'Aprendizaje a través del juego' de The Lego Fundation y Unicef, que insiste en los beneficios del juego para que los niños aprenden de una forma más relajada y efectiva.

Por lo tanto, el juego infantil no debería estar fuera de la 'agenda semanal' de nuestros hijos, entendiendo por ocio y juego todo aquello que no es reglado (es decir, las extraescolares, no son tiempo de ocio).

En esta línea y si tenemos en cuenta estas recomendaciones algunos beneficios pueden ser:

- Desarrolla la capacidad de toma de decisiones por parte de los niños.

- Les ayuda a conocerse a sí mismos, conocer cuáles son sus puntos fuertes, sus gustos y sus habilidades más destacables.

- Facilita la comunicación y la expresión de su pensamiento, en la medida en la que los adultos que les rodean cuentan con ellos y tienen en cuenta su opinión.

- Se desarrollan fuertes vínculos con los padres si estos les han tenido en cuenta y se han centrado en los gustos e intereses del niño por encima de los suyos.

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