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La timidez y la vergüenza de los niños no aparece hasta los 2 años. A partir de esta edad, el niño empieza a ser consciente de que los demás evalúan sus acciones y que pueden darse cuenta de sus errores e incluso reírse de él, por lo que empiezan a sentirse avergonzados.
A los 3 o 4 años de edad, los niños dan mucha importancia a la opinión de los demás y ante personas o situaciones nuevas o distintas de su entorno familiar más cercano, que le proporciona seguridad, pueden sentirse incómodos. Al tratar de enfrentarse a estas situaciones 'complicadas' pueden aflorar los primeros signos de retraimiento o timidez.
Ayer fue el cumpleaños de mi hijo y mi sobrina de 4 años no quiso ponerse al teléfono para felicitarle porque le daba vergüenza. En otras ocasiones, cuando quedamos todos para comer siempre se corta mucho justo en el saludo de bienvenida y se esconde detrás de su madre porque le da vergüenza saludar.
Todos nos preguntamos el por qué de este comportamiento, de esta timidez. Y es que mientras para nosotros resulta absurda, para sus padres es cada vez más preocupante y ya no saben qué hacer para ayudar a la niña a superarla. Generalmente, el culpable de la timidez de los niños ha sido el carácter introvertido, pero detrás de la timidez también pueden esconderse otros condicionantes.
Cuando este comportamiento tímido se ciñe a una circunstancia en concreto, no es necesario preocuparse ni hacer que salten las alarmas, pero sí es fundamental prestar mucha atención al niño y darle seguridad para evitar posibles problemas de comportamiento en el futuro. Estos problemas surgen cuando el niño empieza a presentar dificultades de relación tanto con los adultos como con sus iguales, huye de los desconocidos, se pega literalmente a su persona de referencia o no le apetece hacer cosas nuevas.
'Ya se le pasará...', es la frase que más hemos escuchado cuando asistimos perplejos a este tipo de comportamiento por parte de los niños. Y es que esta creencia popular tiene su fundamento. Los padres debemos tener en cuenta que a medida que el pequeño va madurando aprende a relacionarse mejor y este tipo de sentimientos se reducen o pierden intensidad con la edad.
Por el contrario, si se mantienen e incluso se intensifican, al crecer el niño va siendo más consciente de lo que se pierde por no hacer lo que, en el fondo, le gustaría como dar la bienvenida a sus amigos o familiares, ir a un cumpleaños, jugar con niños que no conoce o levantar la mano en clase porque sabe la respuesta a la pregunta.
Esta sensación genera sufrimiento y tiene tendencia a agravarse cuando el niño presenta poca destreza en alguna faceta concreta, empieza a adquirir complejos y, finalmente, entra en una espiral que le lleva a forjarse una idea negativa de sí mismo y una baja autoestima.
No podemos olvidar que, tal y como señala 'Competencias del aprendizaje social y emocional' (informe del Departamento de Instrucción Pública de Wisconsin), uno de los aprendizajes más importantes que debemos entregar a los niños es el desarrollo y fortalecimiento de su autoconcepto, que incluye parcelas como: la conciencia de sí mismo, la autogestión, la aceptación de sus habilidades, la definición de su identidad y creencias, etc. Esto es importante para que los niños sepan construir relaciones sociales con una buena inteligencia emocional y sin 'sufrir'.
Dado que la vergüenza es una emoción (secundaria, ya que está formada a partir de otras como el miedo o la rabia), los padres debemos enseñar los recursos a nuestros hijos para que aprendan a gestionarla. Por otro lado, acompañar a los niños tímidos para que no lo pasen mal, también resulta esencial.
1. Reflexionar sobre cómo estamos educando a nuestro hijo
¿Estamos cayendo en la sobreprotección? Esta forma de educar, que pretende librar de todos los 'conflictos' a los niños, impiden que aprendan la mejor forma para enfrentarse a ellos de una forma autónoma.
2. Acompañarles desde el amor y el cariño
Nunca debemos forzar a un niño a que se enfrente solo y de forma obligada a una situación que le da vergüenza. Si bien el método de la exposición puede ser útil en algunos casos, siempre debe ser desde el amor y la comprensión.
3. Elogiar las buenas acciones de los niños
Sin caer en el exceso, halagar una buena acción o conducta puede ayudar a los niños a motivarse y a sentirse más confiados.
4. Evitar frases que invaliden sus emociones
'Eres un bebé', 'Qué cobarde eres', 'Estoy harta de esta tontería...', 'Como sigas así nos vamos...'. Todos estos son ejemplos de frases que en nada ayudan al niño que siente vergüenza. Por otro lado, cuidado con exigir y depositar en los pequeños expectativas demasiado altas que podrían abrumarles.
5. Reforzar la educación emocional
Cada vez son más los padres que trabajan la educación emocional en casa. Resulta muy importante que los niños aprendan a reconocer sus emociones, a ponerles nombre y a gestionarlas. Esto incluye algunas emociones básicas como la alegría, la rabia o la tristeza, pero también la vergüenza.
6. Provocar el encuentro del niño con otros niños
Ir al parque, apuntarle a actividades extraescolares, acudir a fiestas de cumpleaños... Los padres debemos fomentar que nuestro hijo tenga la oportunidad de relacionarse con otros niños. Sin forzarle y acompañándole para que no se sienta solo, acabará por disfrutar mucho con sus amigos.
Para que tengas todos los recursos a tu disposición para que los niños aprendan a gestionar la vergüenza y la timidez, a continuación te ofrecemos más información. Recuerda que cuando utilizamos los juegos y los cuentos como herramienta de aprendizaje, los niños se muestran más abiertos a aprender y retienen mejor los conocimientos. En el caso de las emociones, además, les mostramos modelos que pueden reproducir a la hora de gestionar cómo se sienten.
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