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¿Qué tal te sentirías si tu pareja te dice que te quiere mucho pero que no quiere compartir actividades o tiempo contigo? Algo parecido es lo que deben sentir nuestros hijos cuando le decimos: 'Lo siento cariño, pero ahora no quiero jugar contigo'. Pero, ¿qué podemos hacer y decirles a los niños cuando no nos apetece jugar con ellos?
¿Qué pensará tu hijo con esta respuesta? ¿Cómo te sientes tú después de haberla dado? ¿Culpabilidad? ¿Sentido de mala madre o mal padre? O ¿te sientes bien sin más? Todas estas preguntas y los sentimientos y emociones que van a florecer en ese momento, vamos a tratarlos en este artículo para que la próxima vez que te ocurra, tengas las palabras y ánimos adecuados para dar la respuesta más oportuna.
Mamá, ¿jugamos?, Papá, ¿jugamos?... Nos da pena decirles que no, porque para ellos jugar con nosotros, sus padres, no es solo jugar; es la forma que tienen nuestros hijos para hacernos partícipes de su lenguaje, su comunicación y su mundo. Pero, ¿por qué nos planteamos el no hacerlo?
Varios pueden ser los motivos:
- Nos sentimos ridículos jugando.
- Sentimos que estamos perdiendo el tiempo.
- Estamos cansados.
- Nos aburre jugar con ellos.
- No nos damos permiso para distraernos o pasárnoslo bien.
- Nos aparece la auto exigencia o perfección como cargo de conciencia.
- Nos duele todo el cuerpo después de jugar con él o ella.
- El rol de adulto no nos deja conectar con nuestro niño o niña interior.
- Tenemos otros deberes de casa más urgentes que hacer.
- No sabemos cómo disfrutar un rato al jugar con nuestros hijos.
A veces, el juego que nuestros hijos quieren que llevemos a cabo es solo un poco de atención, quizás unas cosquillas, un poco de orden en el juego que esté realizando, ayudarlo a recoger los juguetes o simplemente, que lo mires mientras juega... Por ello, lo primero que debemos hacer antes de responder es preguntarle qué tipo de juego quiere que realicemos juntos.
Después, valoraremos si llevaremos o no a cabo el juego con ellos. Y si la respuesta fuera no, vamos a detallar algunas formas de decírselo y que no nos haga sentir mal:
- Gracias hijo, ya sabes que me gusta jugar contigo, pero ahora no puedo... (dale una alternativa)... cuando termine de trabajar. (Y por supuesto, hazlo).
- Gracias cariño, ese juego parece muy divertido. ¿Qué te parece si empiezas tú y en un rato me uno a ti?
- Creo que nos podríamos divertir mucho pero que te parece si esperamos a papá o mamá para jugar juntos?
- Me encanta verte jugar, ¿qué tal si juegas tú un rato y yo te miro?
Cualquiera de estas respuestas te dará un respiro para seguir haciendo lo que tú desees mientras él se conforma durante un rato sin tu presencia y sin el juego compartido, pero no puedes abusar de estas respuestas o la relación se verá afectada negativamente. El juego es una forma de sentir que nuestro amor es un hecho y no solo palabras.
Por otro lado, si realmente hay un dolor corporal o una razón física que realmente te impide jugar tanto como te gustaría con tus hijos, tranquila, mamá o papá. Hay otras alternativas para pasar tiempo con los niños:
- Ver alguna serie juntos.
- Cocinar juntos.
- Enseñarle a realizar puzles u otra actividad que desee aprender (los juegos de mesa les encantan).
- Colorear juntos.
- Ir al cine.
- Leer juntos.
- Dejarle que decida de entre una lista de alternativas que previamente habéis realizado.
Los niños necesitan padres que estén presentes, no padres perfectos, y jugar con ellos solo es una parte de ser padres. No te tortures. Enséñale que:
- Hoy por ti, mañana por mí.
- Muéstrales el camino a la autonomía para que encuentren alternativas a la respuesta de 'ahora no quiero jugar contigo'.
- Enséñale que no todo se tiene cuando se desea y que lo bueno, en ocasiones, se hace esperar.
- Hazle valorar el tiempo. Sería bueno que entienda que tú también necesitas un tiempo para ti y otro para compartir.
Además, aquí os proponemos algunas soluciones para que no te sientas mal:
- Adapta el juego a tu cansancio, en lugar de jugar al fútbol proponle jugar a un juego de mesa.
- Ofrécele alternativas: no me apetece jugar a esto, pero ¿qué tal si...?
- Haz las paces entre tu rol de adulto y el de niño interior. Deja tu ego fuera. Sé empático.
- Negocia con él o ella otra actividad casera o en el exterior: pasear por el campo, leer un libro, hacer puzles...
- Déjate llevar, que sea él tu guía y deja que tome las riendas del tiempo y el juego.
- Recuerda, no mentir, no ignorar, dar las gracias por la petición y si la respuesta es negativa, busca una alternativa. De esta manera, la relación seguirá en su buen equilibrio y amor.
- Por último, aprende a cuidar de ti para no ir estresado o estresada, ansioso o ansiosa, cansado o cansada...
No olvides que nuestros hijos aprenden a vivir según nosotros les mostremos cómo vivimos cada día. Somos su modelo a seguir.
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