Conducta

Tips básicos para superar la temida crisis de los 7 años en los niños

Tips básicos para superar la temida crisis de los 7 años en los niños

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Ya pasaste por la crisis de los 2 años... y sobreviviste. Sin embargo, también es común hablar de la crisis de los 7 años, si bien hay niños que pasan por ella un poco antes, a los 6 años. La infancia de nuestros hijos está repleta de ajustes y reajustes. De desequilibrios, inseguridades, avances y retrocesos. Porque crecer es un proceso de altos y bajos, de descubrir límites y posibilidades. Una etapa para explorar y, sobre todo, de equivocarse para poder aprender. De conocer y conocerse.

Y en este camino hacia la madurez, donde los niños van construyendo poco a poco su personalidad, las distintas crisis por las que pasan son necesarias para reivindicar su 'yo'. Es decir, necesitan diferenciarse de los demás y construir su propia forma de ser y, cómo no, de estar en el mundo.

A lo largo de estos 7 años el cerebro del niño no ha parado de desarrollarse y expandirse. Esos pequeños exploradores se están haciendo mayores y sus posibilidades de pensamiento y acción se están ampliado a un ritmo vertiginoso. Ansiosos de libertad y de autonomía es frecuente ver cómo se rebelan contra los límites y normas que establecemos en el hogar.

Su lenguaje es ahora mucho más elaborado, por lo que la rabia y la frustración que sienten al no poder conseguir lo que quieren, y que antaño expresaban con su cuerpo a través de rabietas y pataletas, ahora son capaces de verbalizarla a través de improperios, insultos o palabrotas. Además, es habitual oírles quejarse de lo injusto que es aquello que les ocurre.

Es una etapa donde los sentimientos están a flor de piel, tan pronto los vemos saltando de alegría como enfurruñados por cualquier motivo. Como veremos a continuación es normal encontrarles malhumorados sin que sepamos muy bien por qué. Lo cierto es que son muy sensibles a lo que les decimos, tanto a los elogios como a los castigos, y se sienten heridos con mucha facilidad.

Entre los 6 y 7 años podemos observar que, tras un período de relativa calma, se produce una nueva crisis de oposición en la que nuestros hijos:

- Se rebelan de nuevo contra la autoridad.

- Están de malhumor sin saber muy bien el motivo.

- Lloran y se enfadan con relativa facilidad.

- Inventan excusas.

- Son rebeldes, testarudos y dominantes.

- Se vuelven más serios y pensativos.

- Y se quejan de lo injustas que son las cosas y que nadie le quiere.

A pesar de la preocupación que generan en los padres, todos estos comportamientos son absolutamente normales y propios de esta etapa. Ya que, como hemos visto anteriormente, el cerebro de los niños de 7 años, sigue en desarrollo, aún es muy inmaduro y continua inacabado.

A esta edad, sus capacidades cognitivas y emocionales aún se encuentran en constante crecimiento y evolución. Para nada el cerebro del niño es como el de un adulto, puesto que aún necesita más tiempo para configurar las estructuras y la experiencia necesaria para lograr un mayor control de los impulsos, planificar mejor las consecuencias de sus conductas y entender el punto de vista de los demás.

Tal y como venimos aconsejando, educar es permitir que nuestros hijos aprendan a valerse por sí mismos y ofrecerles las herramientas necesarias para que puedan a ser adultos responsables de sus vidas. Y esto pasa por fomentar su autonomía pero también por establecer de forma clara, y sin miedo, límites y normas de convivencia.

Ante la crisis de oposición que puede estar viviendo un niño de 7 años los padres debemos intentar:

1. ¡Tranquilidad!
Es importante mantener la calma ante los arrebatos emocionales que pueden experimentar los niños a esta edad. Entender que forman parte de su desarrollo y que necesitan modelos a seguir para aprender a gestionar todas las emociones que experimentan.

2. Adaptar límites y normas a la edad
Recuerda que lo que nos sirvió en un momento evolutivo puede no ser útil en otro. Ahora que son capaces de hacer más cosas por su cuenta requieren nuevas reglas y límites que deben conocer. Pero no te excedas, la premisa 'menos es más' es fundamental.

3. Ser constantes y coherentes
Debemos ser constantes y coherentes en la aplicación de consecuencias en caso de incumplimiento de normas sin caer en la inflexibilidad o el autoritarismo.

4. No descuidar hábitos y rutinas
En este momento son absolutamente imprescindibles. Esta es una etapa con nuevas obligaciones escolares y trabajar los hábitos, aunque sea costoso en un inicio, va a permitirles encontrar la seguridad y equilibrio que tanto necesitan.

5. Escuchar, empatizar y educar emocionalmente a nuestros hijos
Para ello no hay nada mejor que ser un modelo a seguir, porque educamos más por todo aquello que hacemos que por todo cuanto decimos. Escucha sus quejas y todo lo que tenga por decir, hazle saber que es importante para ti, aunque ello no debe significar permitir que haga cuánto quiera. Pon palabras a sus emociones y no le niegues ninguna. Acompáñale en los momentos de desequilibrio, es aquí cuando más te necesita.

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