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Los padres somos los primeros y principales referentes de nuestros hijos. De ahí que debamos prestar atención al lenguaje que usamos con ellos, pero también a la forma en la que nos comportamos y les educamos. De ahí que en el día a día se puedan producir ciertas situaciones cotidianas en las que los padres nos vemos fácilmente reflejados en los niños y su comportamiento.
A lo largo de la infancia, nuestros hijos desarrollan muchos aprendizajes y los realizan a través de la experimentación y la observación. Me gustaría destacar el aprendizaje por imitación, porque es clave en esta época del desarrollo.
En 1996, el neurólogo Giacomo Rizzolatti confirmó en animales que las neuronas espejo son un grupo de neuronas que se activan al realizarse una acción en concreto. Tiempo más tarde, se descubrió que estas mismas neuronas funcionan también en los humanos con la activación del lóbulo parietal y la corteza motora del cerebro.
Así pues, conociendo ahora estas neuronas, podemos comprender por qué nuestros hijos más pequeños aprenden los primeros años a través de nosotros. ¿Cuántos de vosotros os habéis visto reflejados en vuestros hijos? Tengo la oportunidad de estar en contacto día a día con la comunidad infantil y es impresionante la respuesta que puedes ver en ellos y que en un primer momento surgió de ti. ¡Sí, somos un ejemplo para ellos! Por esa razón es tan importante que seamos respetuosos y cuidadosos.
Voy a compartiros siete ejemplos que he podido observar y que nos ayuda a tomar conciencia de nuestros actos y nuestras palabras. ¡Allá va!
1. Siéntate en la mesa, por favor
Y tu hijo se sienta en la mesa y te dice “Mamáááá, ya estoy sentado en la mesa”. Lo observas y te das cuenta de que efectivamente se ha sentado en la mesa (literalmente sobre la mesa, en lugar de la silla).
Quizá sería interesante reflexionar sobre nuestros mensajes y las incoherencias que a veces cometemos. El lenguaje adulto muchas veces queda alejado del significado más literal, al que se acogen los más pequeños. Así que os acompaño en esta búsqueda de lenguaje y de expresiones concretas y que les favorezcan su autonomía y comprensión del mensaje.
2. Mamá, coge el vaso con las dos manos
¿Cuántas veces le has dicho a tu hijo que cogiera el vaso con las dos manos? Seguramente cuando él vea que tú lo coges con una, también te lo recordará. ¡Vamos a confiar en ellos y a darles la oportunidad de sentirse seguros! Ellos pueden coger el vaso con una mano como nosotros, quizá lo que debamos cambiar sea el tamaño del vaso para que se adapte a sus necesidades y ritmos.
3. Te he dicho que estoy hablando por teléfono
¿Cuántas veces has estado hablando por teléfono y has tenido a tu hijo diciéndote 'mamá, mamá, mamá...' y así infinidad de veces? A los adultos no nos gusta que nos interrumpan cuando hablamos por teléfono, cuando vemos una película, cuando estamos haciendo la lista de la compra, etc.
¿Habéis pensado cuántas veces los interrumpimos a ellos? Sin darnos cuenta, muchas veces cortamos sus momentos, sus espacios y sobre todo sus tiempos. Os doy alguna pista: 'Bájate del columpio que nos vamos', 'Guarda los coches que vamos a lavarnos los dientes', 'Date prisa que llego tarde', etc. Es importante reconocer qué están haciendo y validar sus emociones.
4. Apaga la televisión, recoge los cuentos y lávate los dientes
¿Vosotros podéis hacerlo todo a la vez? No, ¿verdad? Además, nos impacienta cuando tenemos una gran lista de tareas por hacer y no sabemos ni por donde empezar. A ellos les pasa exactamente lo mismo. Es clave el cómo nos comunicamos, frases cortas, sencillas y claras. Para ellos es mucho más eficiente ofrecerles el mando para que apaguen la tele, empezar a recoger los cuentos y que ellos nos acompañen e irnos a lavar los dientes juntos.
5. Al final no vamos a la piscina
¡Sorpresa, cambio de planes! ¿Cómo gestionáis el cambio de planes? Normalmente delante de un cambio de plan aparece la frustración debido a la expectativa y la ilusión que habían depositado.
- No los culpes, aquí no hay culpables.
- Dales voz y que puedan expresar su enfado.
- Valídalo: 'Entiendo que estés muy enfadado'.
Es importante cuidar y acompañar la frustración, darle un espacio y poderla acoger. El cambio de planes nos cuesta también a los adultos, por la misma razón, por esa ilusión y esa experiencia que íbamos a tener y que de repente se nos niega.
6. 'Mamá no se va' y se fue
Es indispensable despedirnos de nuestros hijos o hijas cuando marchamos de algún lugar, se queden en el colegio, con los abuelos, con su papá, etc. Para ellos somos una persona de referencia que les aporta seguridad y tranquilidad. Ellos se relajan y confían, sabiendo que pueden jugar porqué mamá o papá les han dicho que no van a irse.
Si no nos despedimos de ellos, entonces el dolor que sienten al ver que han marchado es mucho mayor, sienten dolor, abandono y traición. Por tanto, despidámonos siempre de ellos antes de marchar. ¿Os imagináis ir a un lugar de viaje con un amigo y que de repente desapareciera?
7. Papá, te quiero mucho
Y esta frase es el mayor ejemplo que pueden darnos. Todo el amor y cuidado que les ofrecemos, ellos nos lo devuelven, agradecidos y tiernos. Como adultos debemos mirarlos y atenderlos con mucho respeto y cuidado, escuchando sus necesidades y ritmos.
Estos siete ejemplos son algunas anécdotas y situaciones del día a día que acompañamos con muchísima naturalidad y de las cuáles podemos aprender muchísimo. ¡Papás, mamás, lo hacéis genial! Está bien cómo lo hacéis, no os juzguéis ni mucho menos os comparéis.
Yo os acompaño en este viaje de mirada respetuosa y de crianza consciente para que nos aproximemos al máximo a todo aquello que necesitan nuestros pequeños y que necesitamos nosotros.
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